domingo, 18 de diciembre de 2011

Hoy

Hoy intenté, por tercera vez, volver a dibujarte. Intenté imprimir el aliento de vida en cada uno de tus cabellos, el brillo en medio de la oscuridad de tu mirada. Tus facciones, angulosas, afiladas, perfectas. Y así mismo, cuánto las odias por las mismas razones que a mí me fascinan.

Intenté, además, dejar un registro en papel, eterno dentro de la vida que puede tener la celulosa molida, de tu postura rapaz. De ese aire furtivo con el que te mueves por la vida. Ese aire furtivo propio de quien ha sido herido tantas veces que teme un último golpe mortal. Esos pasos firmes, que avanzan hacia un final que presiente.

También intenté que el dibujo irradiara el calor. El calor de tu piel tan cercana, de tu mirada de depredador en la oscuridad. La pasión que se derrama en dos segundos de caricias y en toda una vida consumida en el espacio de una hora sumida en el silencio y los suspiros contenidos. El amor de dos cuerpos y dos corazones conectados en un momento tan íntimo y hermoso (casi artístico, lleno de mecánicas y minucias, lleno de métodos y, sin embargo, poético en cierta medida) como tabú.

No me olvidé de intentar dibujar, también, la sensación peligrosa de tu existencia al estar tan cerca. La vibración de la adrenalina, la languidez del amor. Pero supongo que, aún, mis habilidades con el lápiz no son tan buenas. Lo volveré a dejar por hoy, y un día espero captar el amor al completo a través de un simple papel y el grafito.


PD: Blogger no me sube imágenes ahora, ni páginas. Bleh.

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