–No hay más ladrillos…estoy aquí, contigo, siénteme. No me voy a ir“.
Bran. Bran me estaba pidiendo auxilio. Aquel que temía, aquel que solo aparece en el momento del mayor desborde, cuando las emociones colapsan y él…él desaparece por un momento. Ambos sabemos que Bran es una realidad. Yo sé que Bran es un peligro.
Pero es parte de él. Y por él, soportaría mayores rigores.
Las palabas se reproducen una y otra vez en mi mente cansada. “No quiero otro ladrillo”…no tendría sentido si no fuera por aquel muro de proporciones titánicas, aquel muro que alguien construyó a su alrededor, a salvo de todo daño, a salvo de todo, solo, pero a salvo. Un muro que se construye ladrillo por ladrillo.
¿Cuánto hace que estás ahí, Bran?
Y mientras él se hace cómodamente insensible, me aprieto contra su pecho. Bran ha desaparecido…por el momento. Bran siempre está ahí. Pero él…él y Bran son uno solo, y él sigue ahí. No sé a quién consuelo, probablemente a ambos. Probablemente ambos me lo agradecen. Nunca lo sabré.
“No hay más ladrillos…estoy aquí (adentro), contigo, siénteme. No me voy a ir”
Mi corazón palpita. Siénteme. Lo hace por él, contra su pecho. No me voy a ir. Nunca me iré, se los prometo a ambos, se lo prometo a él. Sigo murmurando, porque estoy aquí, y él está entre mis brazos.
Solo por hoy me mantengo serena, mientras veo su expresión tranquilizarse y su respiración normalizarse. Y cuando sus brazos estrechan mi cintura sé que es un mudo “gracias”. De quién, nunca lo sabré.
N/A: Blogger no me deja subir imágenes, es definitivo. Los odio a todos.
N/A2: Cualquier parecido con situaciones reales es solo coincidencia... o no lo es?
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