martes, 26 de octubre de 2010

Diario de Viaje Nº1: Día de librerías


El día Viernes 22 de Octubre era el cumpleaños de un amigo muy querido. Me dio un poco de pena recordarlo mientras preparaba los huevos revueltos para mi tía y yo, aproximadamente a las 8 de la mañana de ese día, ya que no estaría en Chile para felicitarlo. Ese día yo partía a Buenos Aires.

El desayuno fue escueto, a pesar de habernos demorado mucho, aunque al parecer no lo suficiente como para hacerlo parecer relajado. Mi padre nos llevó a las tres chicas que viajaban (mi tía, mi madre y yo) al aeropuerto, con nuestras maletas preparadas ajetreadamente el día anterior. Hubo muchas risas, fotografías en el aeropuerto, en el check-in, en el puesto de la PDI, en el cual al parecer estaban de turno los estudiantes en práctica, quienes reían encerrados todos juntos en una sola cabina. Eso ya nos hizo desoír el consejo de mi madre de no reírnos. Sencillamente la imagen era más que cómica.

El embarque fue tranquilo, aunque el vuelo iba impresentablemente retrasado. La comida de avión, como es usual, fue espantosa, al igual que la atención. Suerte que yo sé algo de inglés, ya que las instrucciones de seguridad se daban en ese idioma, en francés, y sólo al final en un español plagado de acento. Oficié de traductora y sobrecargo para mi madre, ayudándola a poner en su minipantalla la película Sex and the City.

El bajarse del avión fue más que un alivio, pasando por la cabina de primera clase y aguantándonos las ganas de dejarnos caer en las sillas comodísimas y acolchadas para sacarnos fotos en ellas. Y todo se hizo aún más emocionante al constatar que lo que habíamos planificado durante tanto tiempo estaba hecho: habíamos llegado a Argentina.

El taxista que nos transportó hacia el hotel Promenade, cerca de la calle Florida y Corrientes, nos habló un poco acerca de la ciudad. Criticamos al gobierno, hicimos muy buenas migas y nos reímos bastante, mientras contemplábamos con cierto sentimiento de irrealidad el paisaje que nos rodeaba. Como si lo que había comenzado como una broma y una ilusión siguiera siendo eso: algo irreal. Vimos el Obelisco y la calle 9 de Julio, los cafés literarios, los bares, las librerías. Y finalmente arrivamos, algo cansadas pero listas para embarcarnos a nuestra primera aventura: la búsqueda de la calle de las famosas librerías de Buenos Aires, sobre todo la más famosa y comentada: El Ateneo.

Sin más dilaciones, comenzamos la caminata. Sencillamente nos dejábamos guiar por nuestros pies y los carteles que veíamos a nuestro alrededor, pasando a un lado del Museo de Armas. Vimos tiendas de zapatos, cuero, souvenires, todo barato o caro según eran fabricantes o retail, hasta llegar a aquella...la primera librería de nuestra estadía. No era el Ateneo, pero nada más entrar comprobamos que estábamos en otro país. Por el precio que aquí en chile pagaríamos por apenas un libro, nos llevamos cuatro o cinco. Así sí da gusto leer.

Con los brazos considerablemente más pesados que cuando entramos, continuamos la búsqueda. Una de las cosas que más me llamó la atención y me dio risa de la ciudad fue la gran cantidad de folletos de prostitutas que aparecían por todas partes, incluso pensé en desprender uno y llevármelo de recuerdo, aunque finalmente no lo hice. Sólo recuerdo el nombre de la señorita Luna, cuyos folletos estaban prendidos de la publicidad de los paraderos de transporte público y de las cabinas telefónicas.

Luego, lo vimos al cruzar la calle. Un enorme edificio blanco, de tres pisos, con el reluciente cartel de "El Ateneo", levemente iluminado ahora que el día daba paso lentamente a la noche. Casi hiperventilando traspuse las puertas de vidrio, encontrándome con que sólo el Lobby tenía el tamaño de una librería promedio en Chile.

Ahora bien, la librería Ateneo solía ser un teatro. Aún sobrevive el techo abovedado, los tres pisos, los palcos como salas de lectuda y un escenario que hace las veces de cafetería. Sin embargo, en vez de asientos y graderías, lo que hay son estantes repletos de libros divididos por sección, muchísimas variedades diferentes, editoriales conocidas y otras no tanto, mangas, comics, libros de fotografía, educación, autoayuda, ciencia ficción...e incluso en el nivel subterráneo, DVDs, series y CDs de música. Todo a precios increíblemente baratos.

Nos desbandamos. A pesar del hambre (ya que no habíamos comido decentemente desde el desayuno), usamos lo que restaba de nuestras fuerzas para recorrer de arriba a abajo el maravilloso ex-teatro, leyendo títulos que no conocíamos y reencontrándonos con viejos clásicos, celebrando el haber hallado lo que buscábamos o enseñándonos un nuevo descubrimiento. El aire de maravilla, glamour y elegancia, además de cultura, nos hacía emocionarnos de forma impresionante.

Finalmente, el cansancio logró ganarnos la batalla, decidiendo entre todas tomarnos un café y algo ligero para pasar el hambre hasta la cena. Eran aproximádamente las ocho de la noche, y con un par de sándwiches de buena calidad devorados mientras leíamos nuestras nuevas adquisiciones y nos sacábamos fotografías con la maravilla arquitectónica de fondo, estuvimos listas para continuar con nuestra travesía por las estanterías.

Luego de un par de horas, dejamos definitivamente El Ateneo. Me dolía la espalda y los pies, además de apenas sentir mis dedos por el peso de las bolsas, pero nadie podía quitarme la sonrisa de la cara. Caminamos de vuelta a casa, conversando de todo y de nada, hasta llegar una vez más a la avenida 9 de Julio. El Obelisco demandaba una fotografía, con sus brillantes luces iluminándolo al completo en medio de la enorme avenida.

Al final, logramos llegar al hotel, aunque sólo era una parada momentánea y corta. Como teníamos sólo tres días para recorrer aquella enorme ciudad, no había tiempo que perder, así que dejamos las boslas, nos cambiamos de ropa y partimos hacia Puerto Madero.

A pesar del cansancio, no dejamos de maravillarnos por nada del mundo. El lugar era bastante bello, con sus restoranes famosos y finos en todas partes, además de una prometedora calefacción para paliar el frío de la noche, que nos calaba los huesos. Pero aún así, había una parada obligatoria antes de cualquier cena: el puente de la Mujer, iluminado en un color rosa fosforescente y resaltanto como un enorme anuncio de neón en la noche argentina.

Llegamos luego al restorán El Potrillo, antiguamente un almacén de caballeriza, transformado en restorán de lujo cuando el puerto se convirtió en un atractivo turístico. La champaña y el vino nacional le hicieron buena compañía a las deliciosas ensaladas y la maravillosa carne argentina, deliciosa desde cualquier punto de vista y digna de la visita, además de cumplir cabalmente, junto a las papitas provenzal, su función de erradicar nuestra hambre.

Entre el vino y la colita de cuadril, llegaron las tres de la mañana. Las risas y las conversaciones no cesaban, pero el sueño y el cansancio del día comenzaba lentamente a ganarnos la batalla. Luego de una última copa nos despedimos del amable mesero intentando fútilmente conseguir un taxi hasta que otro de los meseros del local nos anunció que él nos llevaría al hotel, ya que para hacerse dinero extra trabajaba como taxi extraoficial. Y así llegó a su fin el primer día en Buenos Aires, recostándonos con nuestras últimas fuerzas en nuestras camas de hotel y despidiéndonos hasta la mañana siguiente. El tour por la ciudad nos aguardaba, y debíamos salvar algo de energía para no dormirnos ni perdernos de nada.

4 comentarios:

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  2. Siñora!!! *w* OMG uste me hace dar ganas de viajar... sin duda debo visitar esa libreria, ya lo digo solo con verla en foto es el paraiso no imagino como será estar ahí XD bueno como siempre tarde, pero no está de mas comentar XD *w* por cierto salió bien en las fotos :K y a todo esto se que siempre me quejo pero porque tiene que ser rosa!! el puente de la mujer... =_= por que ... ah~~ bueno XD lindas fotos, y espero que siga viviendo lindos momentos XD

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  3. Siñora!!! *w* OMG uste me hace dar ganas de viajar... sin duda debo visitar esa libreria, ya lo digo solo con verla en foto es el paraiso no imagino como será estar ahí XD bueno como siempre tarde, pero no está de mas comentar XD *w* por cierto salió bien en las fotos :K y a todo esto se que siempre me quejo pero porque tiene que ser rosa!! el puente de la mujer... =_= por que ... ah~~ bueno XD lindas fotos, y espero que siga viviendo lindos momentos XD

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  4. ^w^ bueno, muchas gracias por los comentarios, y voy a ir por partes:

    Kim: uno tiende a ver sólo lo malo de su propio país, sino mírame a mí viendo a los europeos sacale que sacale fotos hasta a los semáforos musicales de la plaza de armas de Santiago! No lo entiendo, porque sé que lo que muchas veces se ve del gran Santiasgo lleno de smog es una pantalla. Algo que me sorprendió de Buenos Aires (que comentaré en el segundo diario de viaje) es que la pobreza está ahí, no se oculta detrás de fachaditas pintadas. Los circuítos turísticos no bordean sin mirar las poblas, sino que explican la situación país más o menos. Y las noticias no están censuradas, lo cual encuentro todo un logro. Aún así yo tengo una mirada parcial y de turista, y siempre será así sin importar cuántas noticias lea, ya que no vivo en Argentina y no puedo saber cómo es. Gracias por tu comentario, siempre es bueno hablar de los post ^-^

    Kika: xD señiora, ya hablamos mucho al respecto pero...DEBES visitar el Ateneo alguna vez y tomarte un café mientras lees, DEBES hacerlo! xD y hey, no me piropees D; me da cosa...Como sea XD seh, yo también pensé que era raro el puente de la mujer color de rosa, aunque irónicamente la luz era con puntitos azules y rojos, así que supongo que era un lila medio fuccia ._. gracias por los buenos deseos y por tu comentario, siempre bienvenidos *w*

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